En el campo

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TUXTEPEC, OAX.- El viejo Valle, tan olvidado y a la vez tan presente en el recuerdo de los chinantecos. Labrando la tierra, que toman con sus manos rugosas y desmoronan los terrones de tierra para sentirla, tierra de primera. Ahí van con su estaca sembrando maíz en hilera. Acordándose cuando tenían que arar con yunta y buey, ahora con puro tractor.

Así es mi Valle, mi tierra tranquila, mi ranchería, su campo, su café, su pan, su gente. Caminando por las veredas, se acuerda uno que por ahí pasaron los esclavos, al menos así se refieren a la gente que conoce. Muy pocos viejos quedan que cuenten esas historias.

Pero el Valle no solo es de los chinantecos, también llegaron personas de la Sierra, gente de otros países, Cuba, España e incluso una familia alemana. También vendieron sus artículos turcos y árabes.

Has cambiado, Valle, has crecido. Pero aún hay gente que se levanta a las cinco de la mañana, prepara su lonche, su morral, con un taco de frijoles, mínimo de sal, un envase de refresco vacío, que se llena con café o agua. “Entre más temprano entremos, más rápido nos vamos, porque el calor está muy fuerte”.

Cuando no hay “chamba” de una cosa, hay que buscar de otra; haciendo hoyos con escarbahoyos para sembrar las que serán las matas de plátano. Si no, sembrando maíz, frijol, alguna matita de chile y un poco de calabaza.

“En el rancho uno no se muere de hambre, hay huevo que ponen las gallinas, hierbamora, quelite, tepejilote, de todo”.

Que bonito es caminar al pie del cerro, cuidado si es de noche y no traes foco, porque puedes pisar una culebra, una sorda tal vez, una gota coral o una coralillo, de la venenosa.

Es una culebra verde o negra, no hay problema, una suchil, tampoco, esas no matan. Una tatuana, es inofensiva. “Aguas” si es una mano de metate, porque esas brincan y te pegan en la cara.

Por la tarde no queda de otra que acostarse en la (ha)maca, en la tranquilidad. A la mejor te espere un caldo de gallina en la casa, con sus respectivas tortillas echas a mano. Si estás de suerte, un molito, a la mejor porque hubo una primera comunión. Nada como irse a bañar al río encuerado y llegar a casa fresco.

Así es mi Valle, cálido y tranquilo. Misterioso y especial.



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