Carta desde La Cuenca
¿Un mundo aparte?
Esta es la microhistoria de un
pequeño universo: La Cuenca.
Muchas personas tienen
reservas para visitar la Cuenca del Papalopan. Dicen que es un foco
rojo de violencia. Se refieren al municipio más importante de la
región y sus alrededores: Tuxtepec y los que parecen tener una gran
actividad delictiva como podrían ser, más o menos en orden: Loma
Bonita, San Miguel Soyaltepec -también conocido como Temascal-,
Cosolapa y Acatlán de Pérez Figueroa.
La región es muy amplia. En
ella convive un gran número de indígenas de los pueblos Chinantecos
y Mazatecos. Es una zona a la que se valora por su abundante agua.
Aun así, el crecimiento de la mancha urbana y la deforestación de
hectáreas para uso ganadero, disminuyen su biodiversidad y la
convierten en una zona de dos especies de pastos, para una o dos
especies de ganado.
Luego están las grandes
hectáreas de caña de azúcar; un negocio rentable para quien tiene
más de cinco hectáreas. La mayoría de la clase pudiente tiene
entre 50 y cien hectáreas. En tiempo de zafra, cuando es quemada la
caña, se ven cientos de fogatas en el horizonte, lo adornan con un
resplandor rojizo y humo oscuro que se eleva de manera abundante. La
ceniza llega hasta la ciudad en forma de basurita negra, que al
tocarla se deshace entre los dedos.
En el ingenio Adolfo López
Mateos se realiza parte muy importante de la molienda y la producción
de azúcar. Hay muchas dudas sobre las medidas ecológicas que la
industria realiza. Sus chimeneas sacan grandes bocanadas de humo que
se combinan a lo lejos con las de la ciudad industrial en donde está
la Compañía Cervecera del Trópico.
Esta cervecera --una de las
más grandes en el país, superada por dos más en estados del
norte--, tiene su propia planta de tratamiento del agua que consume
en su incesante y diaria producción de cerveza: Por eso prefiero el
Mezcal, Tequila o Whisky-.
Narco
En Tuxtepec es común ver el
movimiento diario de motociclistas. Es por ser un medio económico en
su combustible y con facilidades para comprarlas.
También está el movimiento
en motocicletas de los halcones y halconas y tiradores (como llaman a
los presuntos vendedores de droga). Algunos de ellos son tan obvios
que andan con su radio en la mano para informar cualquier situación
extraña que ocurra. Pese a ello o tal vez porque estamos
acostumbrados ya, el flujo diario de estas personas no representa
problema ni para el visitante ni para el que no está metido en malos
pasos.
En marzo del 2010, en aquella
balacera que se volvió tan famosa, cuando oficialmente dieron la
cifra de cinco muertos y se mostró un arsenal confiscado por el
Ejército que incluía armas de largo y corto alcance, cuernos de
chivo, pistolas, chalecos antibalas y hasta granadas, más de un
testigo y los mismos periodistas aseguraron y aseguran que fueron más
los muertos, incluso vieron caer abatidos a soldados, uno herido y
otro aparentemente quedó inmóvil en uno de los intercambios. Las
cifras oficiales de la PGR y el Ejército desmentían los rumores de
algún soldado muerto o herido. A saber.
A saber, también, si la
entrada a plena luz del día de ese marzo, en un intento fugaz del
grupo delictivo de la
última letra, fue
un intento por penetrar en territorio controlado por el Cartel del
Golfo.
Antes y después hubo una
constante de cuerpos ejecutados y torturados y las cabezas
degolladas. Dos que fueron tiradas en el palacio municipal de
Tuxtepec. Eran mensajes de un lado a otro, entre Zetas
y Cartel del Golfo.
Éste último con una supuesta colaboración de La
Familia Michoacana.
Esto por las narco cartulinas con la firma de la fusión
Familia-Cartel.
Escribo con la misma frialdad
con la que se habla en el municipio. Por el momento sólo hay casos
aislados, con una o dos ejecuciones cerca del territorio de Tuxtepec,
por lo que se puede decir que ahí está "tranquilo".
En Loma Bonita hay un poco más
de movimiento delictivo: Territorio
Zeta. Ahí los
secuestros son constantes, no en números exagerados pero si
preocupantes. Ejecuciones cada cierto tiempo ahí y en otros
municipios como San Miguel Soyaltepec, Cosolapa, Acatlán y Loma
Bonita.
El año pasado en Tuxtepec
secuestraron a un pariente mío, de los ricos de la familia, porque
yo, la verdad, soy de la prole. Por fortuna mi tío fue rescatado con
vida y sin daños físicos.
En Tuxtepec, la ciudad, hay
tranquilidad hasta para los propios delincuentes del crimen
organizado. Muchas veces llegamos a puestos conocidos de comida
callejera o en fondas, donde llegan amables, te saludan, comen
tranquilamente y se van, vestidos de manera que pasan desapercibidos.
Te sorprendes cuando la gente que tiene más tiempo en Tuxtepec te
dice: ‘Ese es un pesado’. Decir "un pesado" significa
que se trata de un líder o un jefe de plaza.
La misma gente de Tuxtepec
tiene la idea de que de los males "el menos peor" y
algunos, incluso, agradecen que el crimen-el cartel, sólo se dedique
a distribuir y vender su mercancía y no estén extorsionando a la
gente como lo hacen los Zetas.
Aunque también es cierto que
de vez en cuanto los tiradores y halcones son solicitados por alguien
que pide sus servicios para golpear a alguna persona que –según
ellos- se quiso pasar de listo o habló demasiado o simplemente le
caía mal a algún influyente. Incluso en partidos de fútbol han
golpeado a jugadores de equipos contrarios a otras colonias apoyan.
También son requeridos como
"cobradores". Por ejemplo, si les deben 200 mil pesos, los
requeridos para el “trabajo” piden 250 mil o más, van, golpean y
amenazan al deudor, cobran el dinero, pagan la deuda y se quedan con
su parte o incluso le quitan un poco más de lo que el contratante
pidió. Por supuesto, todos estos relatos son pláticas entre
personas que estuvieron metidos en el crimen organizados o que tienen
amigos entre la mafia.
Otra particularidad que tiene
Tuxtepec, es que los taxis del casco urbano no pueden ir a ciertas
partes del territorio veracruzano como son Tres Valles y comunidades
y municipios cercanos. Si ven que son de Tuxtepec, son golpeados
salvajemente por personas que vigilan en camionetas apostadas en
puntos estratégicos como gasolineras, casetas o puestos de venta de
artículos como plátanos fritos, jugos de piña entre otras zonas de
vigilancia.
Pero todo esto que les acabo
de escribir sólo se dice en voz baja, "porque el crimen, como
el gran monstruo de mil cabezas que es tiene oídos y ojos por todos
lados y nadie quiere, en el menor de los casos y si bien les va,
sufrir de una dotación de tablazos".
Nada de esto aparece en los
medios de comunicación, prensa escrita, radio o televisión de
Tuxtepec. Salvo pocas veces El
Piñero de la Cuenca
lo informa, pero le ha costado atentados a su edificio y, sobre todo,
a sus voceadores.
En el municipio, más de uno
contará que tiene conocidos en la mafia. Una frase común es la de
que “Si me dieran un peso por cada vez que la escucho ya sería
rico: Los malos me han dicho que si necesito un favor me echan la
mano".
Incluso reporteros dicen que
conocen a fulano y mengano "pesados" que estaría dispuesto
a darle un "estate quieto" a quien le esté molestando.
Los medios no tienen la
seguridad garantizada contra la delincuencia organizada en la región
y por eso están callados. "Ellos saben quiénes somos, saben
nuestras rutas, donde vivimos y como gremio, estamos vulnerables”
y que "Podría ser peor, podrían ser los Zetas
y podrían estar extorsionándonos".
Los periodistas
Recientemente formaron en la
región la red del Consejo
de Periodistas de la Cuenca del Papaloapan
(Copan). Tiene a 48 miembros.
Esta agrupación la comenzó
Antonio Mundaca, corresponsal de Página
3 y Blog
Expediente. Él fue
agredido en el 2013 y 2014. La primera vez con amenazas de
funcionarios políticos que pidieron su salida de la Organización
Radiofónica del Papaloapan
(ORP) de la que él era jefe de información del noticiario.
El segundo ataque fue a
inicios de este año, en la toma de protesta del presidente municipal
de San Miguel Soyaltpec, Heriberto Ramírez, al que consideran un
cacique priista. Los opositores del funcionario cerraron la entrada
al municipio que está al lado de la presa Miguel Alemán. Eran
integrantes del Partido
Unidad Popular y
del Movimiento de
Unificación Lucha Triqui
(MULT).
Mientras el camarógrafo del
diario El
Tuxtepecano hacía
tomas del bloqueo carretero, los manifestantes se sintieron ofendidos
y se abalanzaron contra el camarógrafo Víctor López Medinilla,
Antonio Mundaca, un voceador y el dueño del diario El
Tuxtepecano,
Eduardo Ximénez de Sandoval Fregoso.
Este último, al querer
correr, tropezó y se lastimó en un hombro. Se quedó en el suelo.
En ese momento un manifestante intentó asestarle un machetazo, el
que el gerente tirado en el suelo paró con la suela de su zapato; en
un segundo sablazo intervinieron el voceador y Antonio Mundaca. La
policía estatal llegó tardía y decidió actuar: La Cruz Roja
auxilió a Eduardo Ximénez de Sandoval.
Casos como el de Mundaca lo
han sufrido otros periodistas, como Nabor Reyes, quien cubre la nota
roja para el diario El
Tuxtepecano. Él,
al exhibir a un funcionario público que operaba como oreja del
gobierno, atacó con gas lacrimógenos en un desalojo de
manifestantes del COCEDI, quienes se plantaron frente a la casa del
ex presidente municipal José Manuel Barrera Mujica.
Días después, ‘El
oreja’, al verse
exhibido llegó al corredor del Palacio Municipal, donde estaba gente
de prensa, incluido Nabor Reyes. En estado de ebriedad llegó
Cocoliso,
como le dicen al informante del gobierno, quien fue directamente a la
mesa donde estaba sentado Nabor Reyes, pateó la mesa y le gritó por
exhibirlo. Le dio un manotazo a un periodista y para rematar lo
amenazó de muerte. "¡Te voy a matar, no con las manos, a
balazos!".
Este y otros casos son de los
pocos documentados. Existen casos que no son registrados ni
denunciados. Cómo ocurrió con los periodistas José Ordoñez y
Guillermo Sosa Bilaboa. Quienes acudieron a una manifestación en la
carretera de Valle Nacional a Tuxtepec, en el ejido Sebastopol, casi
a la entrada de la ciudad de Tuxtepec.
Ahí bloqueaban los
integrantes de la organización social llamada COPOC: Más de 300
personas.
El ataque a los periodistas
inició cuando alrededor de cinco integrantes de la agrupación
interceptaron a un vehículo que intentaba cruzarse por las vías del
tren y evadir el bloqueo. Eran una madre y sus hijos.
Cuando los sujetos inconformes
rodearon el vehículo y empezaron a moverlo para que se salieran las
personas que estaban dentro, los dos reporteros decidieron tomar
fotografías de los hechos. En ese momento alguien gritó: "Está
tomando fotos, quítenle la cámara". Esta acción hizo que los
sujetos que retenían el vehículo voltearan de inmediato a ver a
los fotógrafos y en un instante los habían rodeado olvidando a la
madre y sus hijos que intentaban cruzar por las vías.
Retuvieron a los dos
periodistas y a un agente de tránsito. Con amenazas de "¡los
vamos a quemar!" y entre empujones y golpes, rompieron la camisa
de José Ordoñez.
Guillermo Bilaboa, quien
padece de asma, tuvo que hacer uso de su inhalador en repetidas
veces: "Sentí que me iba a morir en ese momento" dijo
luego.
El periodista relató que
fueron llevados a una gasolinería a pocos metros, ahí los
amenazaron con quemarlos e incluso le pusieron una soga al cuello a
José Ordoñez. Después de negociar con los agentes de Tránsito,
los dos periodistas fueron liberados, sin embargo les quitaron sus
carteras y sus cámaras fotográficas.
Fernando Morales Calihua,
líder de la organización intentó persuadir a los reporteros y les
prometió a los dos periodistas que les compensaría el daño
psicológico con una gran suma de dinero. Ante la necesidad económica
que en esos momentos vivía Guillermo Sosa, un señor de 60 años que
vendía sus notas en 40 pesos al diario Nuevo
Horizonte y que
llevaba varias semanas que no le pagaban su quincena, decidió optar
por el apoyo económico y no hizo la denuncia.
Este año Guillermo Sosa
murió. Tenía problemas económicos con su medio, Nuevo
Horizonte, el cual
había detenido momentáneamente su producción varias semanas atrás.
El periodista vivía al día de lo que le daban en otros portales por
sus notas, que era mínimo, y lo hacían solo para ayudarlo.
Guillermo Sosa falleció con serias complicaciones económicas.
Este es, señores, un breve
referente del periodismo que se ejerce en la Cuenca. Por esto muchos
ven con buenos ojos la red de periodistas que el Consejo
de Periodistas de la Cuenca del Papaloapan
representa para proteger al gremio; protección que no lo hacen las
empresas y mucho menos el gobierno.
Es el comienzo de lo mucho que
hace falta en la Cuenca, donde aún existe el compañerismo en
situaciones de riesgo y los periodistas están interesados en la
profesionalización del oficio. Están consientes que es necesario
estar agrupados.
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